La alimentación infantil ha evolucionado con los tiempos. La inclusión de la industria en nuestro modelo alimentario ha provocado efectos nefastos sobre la salud infantil. Los productos procesados cargados de azúcares, grasas y sal, han provocado la aparición de enfermedades antiguamente poco frecuentes en niños. Un ejemplo de ello, es el aumento exponencial de la prevalencia de la diabetes o la hipertensión en edades inferiores a los 14 años.
¿Debería preocuparnos que alimentos ofrecemos a nuestros pequeños? Sí. La falta de elección que existe por parte de los niños a la hora elegir su pauta alimenticia, hace que la responsabilidad total recaiga en los padres y el entorno. La educación nutricional de un niño, confirman los estudios, comienza desde el vientre materno. La propia gestación es un punto clave y la forma de comer de la madre puede generar consecuencias a largo
plazo.
Tras el nacimiento, la lactancia materna será de elección, por sus propiedades nutricionales y aporte a la inmunidad del bebé. Se mantendrá al menos 6 meses y la introducción de cereales y papillas deberá controlar la cantidad de azúcares añadidos, que hasta ahora era muy elevada. Actualmente, las nuevas fórmulas comienzan a trabajar con cereales integrales y sólo azúcares naturalmente presentes. Un paso fundamental para la salud infantil en un futuro y frenar la aparición de enfermedades como la diabetes infantil, la obesidad y otras asociadas.
La época de escolarización es un momento crítico para los niños en su desarrollo social y emocional. La comida está presente en múltiples situaciones sociales como comedores escolares, almuerzos, cumpleaños y debemos incluir la educación nutricional en cada paso de su desarrollo.
¿Y si el niño no me come? El primer paso es predicar con el ejemplo. Los adultos somos el espejo en que se reflejará la evolución de la alimentación infantil. Tiempo y paciencia serán cualidades claves. La introducción escalonada de texturas, la preparación de las verduras, pescados o sabores fuertes en formas originales (evitar los purés). Y hacer de la comida un momento de relax, evitando el estrés y las prisas. Evitar alimentos procesados, que harán que el paladar infantil se acostumbre a excesos de azúcares y sal, provocando que los sabores naturales sean menos agradables.
Debemos integrar a los niños en la selección de los alimentos, el cocinado y hacedlos conscientes de la importancia de su alimentación. Así, ellos serán capaces de poder elegir mejor en cada situación. La práctica de algún deporte y la actividad física en familia, completará un correcto desarrollo. Recuerden, todos fuimos niños.